16 de junio de 2009

Alucinaciones de un café y un teclado

Mi cabeza gira y gira y soy incapaz de moverme. Algo ha pasado, eso está claro. Soy inútil ante la tarea de concentrarme más allá de tres minutos. Me juego bastante, y el ser consciente de ello no me da la solución para que termine de despistarme.


Esta tarde necesité un abrazo, una palabra, un entretenimiento. Y no lo encontré. Solo encontré lágrimas con nombres diferentes: estrés, rabia, impotencia... Quién me ha visto (nadie, ya te lo aclaro) se habrá preguntado que era lo que me pasaba. Y yo también me lo pregunto, y como en otras mil cosas, no encuentro la respuesta. O no quiero verla.


Habla con alguien, me dirás, puede que eso te aclare, me sugerirás. Vale, supón que lo hago... Nada más que de pensarlo, mil preguntas me asaltan por dentro: ¿A quién le cuento? ¿Qué le cuento, que no existes? ¿Desde donde le cuento, desde que no sé que existes, desde que empezó todo a girar, o desde que no soy capaz de concentrarme? Y si me pregunta la razón, ¿qué le digo? ¿Puedo usar mentiras?


Hasta ahora he probado que funcionan. Cuentas algo, no lo que te pasa, pero algo que se le parezca, le de algún sentido a tu rabia y ya dejar que sientan pena, o lástima, o lo que sean, te abracen, estés un rato con el desahogo y consigas lo que quieras sin comprometerte demasiado. Suena bien, te reconfortas y los de fuera no ven tu alma. Solo un pequeño detalle: mentir agota. Y yo me siento agotada.


En resumen: ahora me doy cuenta de que tengo dos problemas (tres, si miramos la época y la hora)


¿Vas a venir tu a ayudarme? He empezado a dudarlo.


¿Sabes? Con tanta pregunta, hay una más que me ronda... ¿Me dejas que te la haga? Total, jamás sabrás si es para ti, y mucho menos vas a saber responderla, así que te la digo:


¿Eso cambiaría algo de lo que hay ahora?

14 de junio de 2009

Sábado



Ismael Serrano "El recuerdo"



¿Qué es más duro? ¿Qué todo te recuerde a algo o qué nada te recuerde a alguien?

11 de junio de 2009

Si yo no soy para mí mismo, ¿quién será para mí?
Si yo no soy para mí solamente, ¿quién soy yo?
Y si no ahora, ¿cuándo?

Refranes del Tamud.
MISNAH ABAT






4 de junio de 2009

El diagnóstico y la terapeútica

El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.

El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide ni el agua bendita, ni lo impide el polvo de la hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo Divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.

Eduardo Galeano





(Y yo aquí, perdida entre folios de enfermedades y dolorimientos del corazón. Me autorecetaré esa famosa sonda.)
 
En los vértices del tiempo. Design by Exotic Mommie. Illustraion By DaPino