15 de junio de 2007

** Nada que creer **

Es lo que tiene hacer de tu vida una representación, escondiendo tus verdaderos sentimientos... que cuando estos salen, y creeme que lo hacen, tienes que disimularlos, achacarlos a otras causas o esconderte entera bajo tierra esperando que estos desaparezcan o, al menos, se calmen. Y volver a ser la mujer de hielo, impertubable que todos conocen... o creen conocer.

Son incontables las veces que he intentado gritar al mundo lo que siento, lo que realmente siento, pero soy mucho más cobarde de lo que deberia. Creo que cambiarian demasiadas cosas y habría que dar tantas explicaciones... de porqué, de cual es la verdad, de quien es o son los engañados, desde cuándo... Demasiada cobardía.

Y solo queda esto. Escribir y escribir, volcando mis pensamientos en un trozo de papel, procurando que las lágrimas al caer no lleguen a tocar los trazos de tinta negra que llenan folios y folios.

Creo que mi vida necesita un cambio de rumbo o, en su defecto, un paréntesis. Pero las obligaciones me hacen día a día intentar tragarme los sentimientos, los deseos, encerrarlos en los más profundo de mi ser. Y salir de nuevo a la calle, con la cabeza alta, para que no se noten, y una mirada, que intenta ser fria, por que esa es la mentira que intento mantener.

Soy una actriz, la única actriz de la pelicula que dura mi vida y de la que soy actriz y espectadora, con mis dos mitades, la que actua y señalan los focos, la que ve el mundo, y la que observa la representación, escondida en el patio de butacas, aplaudiendo o criticando, según el momento, pero siempre sin intervenir de forma directa.

Sólo en mi soledad ambas mitades se unen y se critican mutuamente, cayendo en una rutina siempre...¿cuándo parará? ¿Quién sobrevive? ¿Cómo decidir?
Por un lado, la que es ante la gente, la que comparte risas, juegos, relaciones, la que siempre tiene una ocurrencia, la que no siente miedo de hablar en público, la que no se corta un pelo... Del otro, la tímida, la real, la que admira ser natural, la que se calla, la que desaparece de los demás, la que teme enfrentarse, la que se esconde por miedo y sufre por ello...

De lo que ambas partes están seguras es que es la ilusión de una ilusa, una imbecil, y que no va a durar mucho tiempo más... porque ya no me quedan fuerzas... Pero, hasta que llegue ese día, tras el sonido del despertador, se despierta la actriz y deja a la otra entre las sábanas, dejando que las lágrimas la consuman. Y la actriz sale a la calle, al mundo, para que este jamás sepa que la verdadera está llorando... Para que ni tan siquiera le pueda dar tiempo a la gente a creer que hay otra yo existiendo... entre las butacas.

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