No sé por qué tengo estas ganas locas de llorar. Si será el tiempo, los nervios, la inactividad, la rutina, todo ello junto, o nada de lo anterior. O seré yo sola y mis hórmonas. Porque entre los virus y las hórmonas, un médico explica el mundo. ¿O no?
Todo el día rarísima. Dando vueltas por la casa como alma en pena. ¿Agobio? Creía que sí y me fuí al gimnasio a quemar adrenalina. Suele funcionarme, pero esta vez no. Nada más salir por la puerta, de nuevo esa sensación: la de querer huir, la de no querer de parar de andar, de no llegar a casa. De no querer pensar. De necesitar llamar a alguien y decir todo esto en voz alta.
Espero que llegue pronto el 18, porque a este paso yo no acabo bien.
Nota mental aparte: Se nota cuando tengo vida social porque ese día me olvido del blog... Si sigo así voy a tener que cambiarle el nombre.
9 de septiembre de 2009
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